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viernes, 17 de mayo de 2013

Calladitos y corruptos

La corrupción es una constante en la vida diaria de nuestro país. La padecemos, la ejercemos, la toleramos, la negamos, la criticamos o la ocultamos, pero ahí está. No es fortuito que el Índice de Percepción de la Corrupción 2012 de Transparencia Internacional nos coloque en la posición 105 de 176 países evaluados. Ni siquiera nos podemos sentir a gusto si nos comparamos sólo con nuestros amigos latinoamericanos, ya que 19 países son mejor evaluados que nosotros. 

Por eso Peña Nieto dijo que la creación de una Comisión Anti-Corrupción y el fortalecimiento del IFAI serían de las primeras cosas que veríamos. Pasan los meses y lo único significativo ha sido el encarcelamiento de Elba Esther Gordillo, situación que, más allá de parecer el inicio de una cacería contra los corruptos personajes de la vida política nacional, se convirtió en la eliminación selectiva de agentes incómodos para el ejercicio del poder. Episodios que merecerían ser atendidos han salido a la palestra pública por montones: coches para hijos de líderes petroleros que cuestan casi 400,000 salarios mínimos; 445 millones de pesos que se reparte el Senado de la República sin rendirle cuentas a nadie; 500 millones de pesos que se le otorgan al SNTE (además de sus envidiables aumentos salariales) para "reforzar el programa Nacional de Carrera Magisterial" cuando hay una Reforma Educativa que va a invertir recursos precisamente para eso; flotillas enteras de coches último modelo que la Cámara de Diputados compra porque no es posible que los señores diputados viajen en inservibles automóviles modelo 2011 que son rematados en exorbitantes 20 mil pesos... La lista es larga, continua y extenuante.

Los políticos no se inmutan ni siquiera ante los casos más escandalosos porque todos tienen cola que les pisen. Para muestra, cuando el PAN salió a denunciar a los muchachos priístas veracruzanos por usar recursos públicos para comprar votos en las elecciones de julio, fue cuestión de horas para que la contra-ofensiva priísta fuera mostrar evidencias de que los panistas hicieron lo mismo con Oportunidades cuando estaban en la Presidencia. Todos saben que x político del otro partido es corrupto, nadie dice nada porque ellos también son cómplices de sus propios changarros. Si esperamos que el círculo se rompa desde adentro, deberíamos ir por una de esas sillas promocionales de las cervezas Tecate, porque la espera va a ser larga. 

El problema es que la respuesta de la ciudadanía a cada episodio es levantar la ceja y decir que así son esos políticos o, en el mejor de los casos, indignación que dura un par de días y ya. Cada semana un nuevo escándalo encubre al anterior y hay tantas situaciones que ni siquiera nos podemos dar abasto. ¿Cómo romper este círculo en el que hemos internalizado a la corrupción como una institución? ¿Cómo evitar que nosotros y los políticos permanezcamos calladitos y corruptos?

Ahí esta la pregunta de los 64 mil. Algunas agrupaciones ciudadanas van a la cacería de un caso particular, los periódicos de vez en cuando golpetean con una u otra nota de corrupción, pero castigar caso por caso hoy en día es como cortar unas cuantas cabezas de la Hidra. Necesitamos buscar un cambio absoluto en el paradigma mexicano. Sacar de nuestro ADN la displicencia ante la corrupción. No creo tener la capacidad para ofrecer una solución universal o efectiva, pero creo que hay que emprender una búsqueda ciudadana para encontrarla y aplicarla, porque a final de cuentas sería iluso creer que los políticos le van a hacer agujeros a sus propios bolsillos. 

Leonardo Núñez González
@leonugo