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martes, 26 de junio de 2012

Individualidad milliana vs zombies, trolls, bots e intolerantes políticos


"Hay un límite para la interferencia legítima de la opinión colectiva en la independencia individual".
John Stuart Mill

En estos tiempos electorales una gran parte de nosotros platicamos, debatimos e incluso peleamos contra otros debido a nuestros posicionamientos políticos. Es natural. Tal vez las campañas no representen un verdadero debate de ideas entre los candidatos, pero vaya que  entre muchos de nosotros despiertan aquellas pulsiones más idealistas y, a la vez, las más intolerantes. 

Cada quien se pone una camiseta de la cual parece que es imposible salir. Parece lógico que entre "izquierdistas" y "derechistas" los ánimos se calienten debido a la aparente diferencia ideológica irreconciliable. Las luchas encarnizadas en las redes sociales, en las calles y hasta en las casas se dan al por mayor. Vemos a "pejezombies" atacando incansablemente a los "peña-bots", unos por "inconscientes vendidos al dinosaurio" y otros por "fanáticos del mesías", así como otras tantas peleas bizantinas sin otro argumento lógico que la descalificación del contrario. No consideran al diálogo como una opción, sino al disenso como una muestra de ineptitud.

Pero un caso que me sorprende aún más es la juventud del #YoSoy132 contra todos los demás. Muchos han creído estar en un pedestal de incuestionabilidad en el que todo aquél que vote por el PRI es un retrasado mental; aquél que vote por el PAN es corto de miras por "desperdiciar" su voto y aquél que no simpatice con el movimiento es un joven inconsciente e irresponsable. Eso me parece una confusión terrible entre todos mis compañeros en la que quisiera eliminarse a la individualidad. 

Cada persona cree que la corriente de pensamiento que apoya es la mayoritaria y, además, la única correcta; y es precisamente esta percepción la que los anima para descalificar a los demás. Eso es la tiranía de las mayorías, pero de las mayorías relativas. 

John Stuart Mill ya mencionaba el terrible peligro que esta visión mayoritaria representaba para el individualismo. En "Sobre la libertad" menciona:

No basta con la protección contra la tiranía de los magistrados; también se necesita contra la de las opiniones y sentimientos prevalecientes, contra la tendencia de la sociedad a imponer, por medios distintos de las penas civiles, sus propias ideas y prácticas como reglas de conducta para los que no están de acuerdo con ellas, a fin de esclavizar el progreso, impedir, si es posible, la formación de cualquier individalidad que no armonice con sus costumbres, y obligar a todos los caracteres a que se ajusten a su propio patrón.

¿Qué protección tenemos contra los otros? Ninguna. Y no deberíamos necesitarla en un entorno ideal en el que todos fueran guiados por la razón y aceptaran a las ideas ajenas como debatibles y no sólo como inaceptables. Pero no es así. Hemos visto el linchamiento del individuo cuando se opone a la colectividad, aún cuando la razón esté de su lado.

Debemos comprender que la democracia representa, precisamente, la convivencia de una infinidad de pensamientos. Cada individuo está en su libre derecho de actuar y pensar como le parezca más prudente. Debatir debería basarse en la exposición de argumentos y la natural victoria de aquello más razonable para el juicio de cada quien, no en la imposición de nuestro pensamiento en el otro sólo porque sí.

Llamar al voto útil, por ejemplo, es llamar a las personas a separarse de lo que creen porque el colectivo mayoritario ha decidido que su opción es un desperdicio. Debemos hacer un llamado al voto consciente, al voto meditado y razonado, pero jamás al voto por "x" o por "y", ya que mi razonamiento y mis preferencias no tienen por que cuadrar con los tuyos.

Estoy consciente de la trascendencia de un posible giro a la izquierda en la política nacional; de los peligros que implica el regreso de un partido corrupto que jamás se reformó; de la continuidad de una estrategia fallida contra el combate al narcotráfico o de la inacción de la sociedad organizada, pero me parece más preocupante que ya no sólo el gobierno, sino la sociedad, se niegue a escuchar voces disidentes.  

Cuestionamos al priísmo anacrónico que quiere crear ultra-mayorías en el Congreso para pasar las reformas con aplanadora; cuestionamos a las televisoras que quieren imponer su visión; pero perdemos de vista que nosotros también queremos crear visiones mayoritarías que aplasten a todas las opiniones divergentes bajo nuestra bandera de ser los únicos con conocimiento de la realidad.

¿Vas a votar por el PRI? Que bueno. Confío en que lo haces con responsabilidad. ¿Vas a votar por el PRD? Adelante, no me quieras obligar a mí. ¿Por el PAN? Vota por lo que tú creas. ¿Vas a anular? No me parece lo óptimo, pero si así lo crees tú, adelante.

Si ya has decidido; debate, no hagas propaganda. Si no has decidido, que no te convenzan, convéncete tú.

La individualidad debe prevalecer por sobre todas las cosas.


@leonugo

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