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miércoles, 9 de diciembre de 2009

Explotación infantil

Hoy en twitter leía una serie de comentarios con respecto de la explotación de que eran parte ciertos indígenas liberados hace unos cuantos días en Iztapalapa y de su relación con Liverpool. Sin duda alguna esta clase de cuestiones hacen que cualquier persona se sienta indignada, ya que hemos comprado o, al menos, conocemos dicha cadena de tiendas. Sin embargo, mi disertación de hoy no gira en torno a esa situación, sino a una variación que para muchos capitalinos es común, curiosa o hasta rutinaria: la explotación infantil.







Más de una vez nos hemos encontrado en el cruce vehícular o en el vagón del metro a un pequeño(a) que se acerca a pedirnos una moneda, ya sea a cambio de una etiquetita, un chicle, una melodía o una sonrisa forzada. La situación nos parece normal y algunos acceden a darles una moneda o, muy raramente, un poco de alimentos.


Esta clase de escenas no sorprenden a ningún individuo, pero pocos se toman un par de minutos para reflexionar qué es lo que puede estar pasando. Sin duda alguna un niño en situación de calle puede padecer hambre y verse orillado a pedir limosna a algún transeunte. A pesar de ello, ¿esto lo orilla a entrar al metro o ir a un crucero con un instrumento, con una caja de dulces, un atuendo o con un cepillo para bolear zapatos? ¿Esta clase de cuestiones pueden ser propias de la mente de un infante?


A mi parecer, no es así. El fenómeno al que nos estamos enfrentando no es la pobreza de un grupo de niños, sino los límites a los que el "desarrollo" nos ha llevado y sus consecuentes lógicos: explotación, situaciones infrahumanas y miseria. El niño no nace sin empleo u oportunidades, son sus padres quienes las sufrieron. Esta cuestión origina dos posibles situaciones: por un lado, que los padres, en conjunto con los niños, acudan a la limosna como última opción o, por el otro, que los niños sean utilizados por terceros para su lucro personal y los envíen a recolectar dinero.


Tal como existen mafias de prostitución infantil, la realidad es que existen grupos que explotan a niños y jóvenes de maneras muy diversas. Míseros alimentos y lugares de descanso son ofrecidos para pequeños que son obligados a vagabundear por la ciudad desde la mañana hasta la noche para lograr la cantidad mínima que les es exigida.


Ejércitos de niños merodean por la ciudad solicitando nuestra ayuda, pero la ayuda que piden no consta de una moneda que les demos, sino de un cambio en la situación nacional. Otorgarles una moneda no incide directamente en una modificación de su situación, ya que bien puede ser para ellos el dinero, bien puede que no.




Las palabras pueden parecer banales, pero las ideas son la antesala de la acción. La solución a este problema tal vez no la tenga yo, ni tú, pero la acción colectiva, la historia lo ha demostrado, es capaz de enfrentarse hasta a los problemas más inverosímiles de la sociedad, por lo que el espacio queda abierto para llevar a cabo acciones que modifiquen esta realidad nacional.


Como siempre, esta es sólo una pequeña parte del problema que existe y esta no es más que la opinión de un servidor, por lo que la opinión más importante es la tuya y las decisiones fundamentales son de todos. Espero con ánimo algún comentario, idea o aporte para este debate y nos estamos leyendo el domingo.


PD. Ya quedó definido, las entradas al blog serán constantes cada miércoles y domingo, con una que otra aportación entre semana.


Buen día.

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